El Dr. Drauzio Varella (1943) es un conocido médico oncólogo brasileño y autor de numerosos libros, muchos de ellos inspirados en las historias de las cuales fue testigo durante los 20 años que trabajó en el Hospital del Cáncer y 13 años como médico voluntario en una cárcel.

Durante estos años, pudo ver de cerca lo que es convivir con el sufrimiento y la perspectiva de la muerte en los pacientes de cáncer, su lucha por la vida y el dolor que experimentan.

Esto le hizo darse cuenta que,

«Más que curar, el objetivo fundamental de la medicina es aliviar el sufrimiento humano».

El Dr. Drauzio entrega importantes recomendaciones para tener una vida mejor y más plena y que a continuación quiero compartir con ustedes.

Bien vale la pena poner en practica sus sabios consejos

EL ARTE DE NO ENFERMAR

Hable de sus sentimientos.

Emociones y sentimientos que se esconden y se reprimen terminan en enfermedades como gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera hasta el cáncer. Entonces, vamos a sincerarnos, hacer confidencias, compartir nuestra intimidad, nuestros secretos, ¡nuestros errores!…

El diálogo, el hablar, la palabra, son poderosos remedios ¡y una excelente terapia!

Tome decisiones.

La persona indecisa permanece en la duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones. La historia humana está hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros.

Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel.

Busque soluciones.

Las personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren lamentarse, murmurar, ser pesimistas. Es mejor encender un fósforo que lamentarse por la oscuridad. Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe.

Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.

No viva de apariencias.

Quien esconde la realidad finge, está en pose, quiere dar siempre la impresión de estar bien, mostrarse perfecto, bonachón, etc., acumula toneladas de peso. Una estatua de bronce con pies de barro.

Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas. Son personas con mucho barniz y poca raíz. Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor.

Acéptese.

El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos a nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos.

Aceptarse, aceptar ser aceptado y aceptar las críticas es sabiduría, buen sentido y terapia.

Confíe.

Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay relación.

La desconfianza es falta de fe en sí mismo, en los otros y en Dios.

No viva siempre triste.

El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”.

La alegría es salud y terapia.