Cuando dos o más árboles crecen  muy cerca, con el tiempo forman, en cierto modo, una copa común.

De hecho no es así, pues cada árbol tiene su propia copa; sencillamente un árbol se desarrolla más hacia un lado, y el otro más hacia el contrario, de manera que para un observador parece como si sólo hubiera una única copa sustentada por varios troncos.

Ahora bien, si un día talan uno de esos árboles, parece como si también el de al lado hubiera quedado podado hasta la mitad o en parte: en ese lado no ha desarrollado brotes, ramas ni hojas, y al principio se queda por largo tiempo desprotegido por un lado, expuesto al viento y a las inclemencias del tiempo.

Sólo poco apoco va el árbol desarrollando también en ese lado brotes nuevos, echando ramas que se irán haciendo cada vez más firmes, hasta que el espacio que quedó libre se llene de nuevo. A veces también otros árboles ocupan una parte de esa superficie.

Pero para un buen observador seguirá siendo reconocible, incluso pasados muchos años, que ahí, en ese lugar, debió elevarse en otro tiempo un árbol que fue talado.